"Fútbol Trainer"
Espacio creado por Paco Arias.
Técnico Deportivo Superior. Entrenador Nacional (Nivel III / Uefa PRO). Profesor de Enseñanza Deportiva.
Porterías de fútbol plegables
Decir y hacer, son cosas muy diferentes.
¡Encimar!
¡Percutir!
¡Resetear!
© Paco Arias
Con el paso del tiempo...
Si ejerces de entrenador de fútbol (da igual la categoría) a través del aprendizaje y la experiencia que dan los años, con el paso del tiempo te vas dando cuenta, entre otras muchas cosas (y sin establecer un orden de prioridad) que:
- Los futbolistas tienen que desconectar de vez en cuando, no es bueno estar pensando en el fútbol las 24 horas del día, y esto también vale para el entrenador.
- Se compite siempre para ganar, algo que a nivel profesional es incuestionable. La forma de hacerlo ya queda supeditada al criterio personal de cada cual. La única que no vale es haciendo trampas o no respetando el reglamento, las demás formas de conseguirlo ya están supeditadas a infinitas teorías, unas entran dentro de una lógica más o menos razonable y otras son absolutamente disparatadas.
- Cada futbolista tiene una misión asignada por el entrenador, y la debe de desarrollar sobre el terreno de juego de la mejor forma posible. Lo de que cada cual juegue a su aire o la libre creatividad individual al margen de los intereses del equipo, solo es pura anarquía y descontrol.
- Mal asunto es que el ego desmesurado de algunos obstaculice la construcción del proyecto colectivo. Los protagonismos individuales no pueden bajo ningún concepto ser un lastre para el crecimiento del equipo.
- Muchas veces un partido se comienza a perder en el vestuario, tan solo hace falta menospreciar al contrario y pensar que el encuentro está ganado de antemano, o tan solo creerse superior al rival antes de demostrarlo en el campo.
- Cuando algo no funciona hay que cambiarlo, otra cosa muy diferente, es no tener la paciencia y el convencimiento suficiente para darle tiempo al proyecto planificado o a la idea de juego puesta en práctica. Cambiar de forma permanente y por sistema no puede dar buen resultado.
- Darle a un futbolista la oportunidad de jugar en un determinado partido, a veces no es cuestión de que el jugador tenga más o menos cualidades, el acierto por parte del entrenador, es utilizarlo en el momento oportuno, sobre todo cuando las necesidades del equipo reclaman determinadas capacidades a nivel individual que el futbolista está en condiciones de ofrecer en una situación específica del juego.
- Para que el rendimiento del futbolista alcance los niveles de exigencia deseados, resulta imprescindible que este sea capaz de adaptarse y superar la presión ejercida por el ambiente (de todo tipo) que lo rodea, y más aún cuando hablamos de fútbol profesional.
- El objetivo principal, como norma fija en cada partido, es que el futbolista salga al terreno de juego a cumplir la misión asignada, dedicando a ella su máximo esfuerzo, a partir de ahí, las circunstancias del juego tomarán diferentes rumbos, que serán más o menos favorables, pero eso ya es otro asunto más incontrolable.
- La disciplina es fundamental en cualquier colectividad para que todo funcione con un mínimo orden que facilite el funcionamiento del grupo. La excesiva obediencia enfocada en el ordeno y mando, a la larga pasa factura, sin embargo, la que se apoya en organización y liderazgo, suele dar estupendos resultados, aunque no hay nada tan eficaz como la buena educación deportiva desde la base.
- La conclusión final, es que el éxito de un equipo (de fútbol o de cualquier otra disciplina deportiva) se apoya fundamentalmente en el entrenamiento, en el esfuerzo del trabajo diario, mejorando fortalezas y eliminando debilidades, aunque eso desde luego no garantiza la victoria, pero siempre aumenta las posibilidades (muchas o pocas) de lograrla.
© Paco Arias
Los buenos ejemplos
“No vale eso de decir, haz lo que yo te digo y no lo que yo hago, ya que desde el punto de vista psicológico no resulta muy efectivo”.
No es necesario para triunfar como entrenador de fútbol haber sido antes un futbolista destacado o tan solo aficionado, y por fortuna tenemos muchísimos ejemplos de entrenadores que no pasaron de categoría juvenil en su época de jugadores, y en la actualidad son cotizados técnicos de primera división en la liga española e incluso en la de otros países.
Sin embargo, lo que sí es importante, yo diría que imprescindible, es que para ser entrenador hay que ser antes deportista en toda la extensión de la palabra y cuando me refiero a deportista, no estoy hablando dentro del campo profesional, vale con ser un aficionado normal, al que le guste hacer deporte, practicar algo de ejercicio y en definitiva ser una persona que se mantenga mínimamente en forma y en un estado de vida saludable.
Lo aquí indicado está sobre todo dirigido a los entrenadores jóvenes, a los técnicos principiantes que empiezan su actividad futbolística en los banquillos de cualquier equipo de categorías de base y queremos recordarles a todos ellos lo importante que es “dar ejemplo” a sus jugadores, en especial a niños, adolescentes y jóvenes, que buscan muchas veces en su entrenador un espejo en el que mirarse sobre todo en determinadas cuestiones tanto a nivel personal como en actitudes y hábitos deportivos que tienden a imitar.
Si un entrenador es joven, lo lógico es que su apariencia física y su estado de forma sean los correctos en relación con su edad, salvo que la persona en cuestión tenga condicionantes de diverso tipo que limiten su capacidad de movimiento, enfermedades, lesiones o cualquier otro problema que le impida como practicante realizar actividades deportivas o cualquier tipo de ejercicio físico, eso no quiere decir que esto les incapacite totalmente para ejercer como entrenadores o técnicos en diferentes disciplinas deportivas.
Aquí queremos referirnos de manera prioritaria a aquellas personas que están perfectamente sanas y no tienen ningún impedimento físico, que quieren ser entrenadores o ya ejercen como tales y que siendo jóvenes no cuidan su condición y aspecto físico cuando en este apartado deberían ser un ejemplo para los jugadores que dirigen.
¿Cómo le dices a un niño que corra si a ti no te ve hacerlo nunca?
¿Cómo le dices a un chico que debe de comer menos porque está alto de peso cuando a ti te sobran 10 o 12 kilos y no cuidas para nada tu alimentación?
¿Cómo le puedes pedir a tus jugadores que se esfuercen y se muevan continuamente durante un partido cuando tu eres el ejemplo personificado del sedentarismo más radical, pues te pasas los entrenamientos casi sin moverte o incluso viéndolos sentado desde el banquillo?
Si eres entrenador de base donde los medios suelen escasear, por lo menos si lo comparamos con los equipos profesionales, tendrás que desempeñar diferentes funciones dentro de la preparación de tu equipo. No eres el entrenador de un club profesional de élite, que tiene tres o cuatro preparadores físicos a su disposición.
En el equipo que entrenas, el preparador físico eres tú, algunas veces tendrás que correr con tus chicos, otras veces hará falta enseñarles determinado ejercicio físico y habrás de realizarlo primero a modo de ejemplo para que tus pupilos vean como se hace y si no estás mínimamente en forma, en algunas ocasiones no podrás hacer ni tan siquiera la repetición del ejemplo y en otras ocasiones, por realizar un esfuerzo al que no estás acostumbrado correrás el riesgo de lesionarte, y lo menos malo que te puede suceder es que al día siguiente te encuentres con las agujetas propias del que no está acostumbrado a realizar ni la más pequeña actividad física.
No cabe duda que la imagen de un entrenador gana en respeto por parte de sus jugadores cuando ven que su técnico está en forma, es deportista y hace ejercicio, por supuesto que no es suficiente con eso, el entrenador ha de tener otras muchas cualidades para ganarse la consideración de la plantilla, pero lo anteriormente dicho ayuda y no es lo mismo dar una imagen en consonancia con la profesión o actividad que uno desempeña dentro del deporte, que dar otra completamente contraria a lo que este representa , cuando alguien ejerce como técnico (de cualquier disciplina) y presenta un aspecto bastante descuidado sobre todo en cuanto a exceso de peso, que además de perjudicial para su salud, por muy preparado que esté en lo que a conocimientos se refiere, hacen que, en su caso, la teoría y la práctica vayan por caminos totalmente divergentes.
Ejemplos:
¿Qué imagen da un médico que fuma delante de sus pacientes?
¿Qué pensarías si tu profesor de autoescuela se salta los semáforos en rojo?
¿Te fiarías de un nutricionista cuando vas a su consulta para que te ponga a dieta para adelgazar y ves que se trata de una persona obesa?
¿Si vas a realizar un tratamiento para evitar la caída del cabello y ves que el supuesto especialista está completamente calvo, que pensarías?
El afamado psicólogo americano Wayne W. Dyer autor de libros de gran difusión tan conocidos como “Tus zonas erróneas” o “Diez secretos para el éxito y la paz interior”, dice que el fracaso es solo una ilusión y pienso realmente que está en lo cierto.
Veamos un ejemplo con el fútbol. Si un jugador durante un partido tira a puerta tratando de conseguir un gol, pero el balón se va a la grada y por ese fallo no se logra ganar, se puede pensar que eso es un fracaso y más si el partido es de vital importancia, pero analizando las cosas con frialdad simplemente se podría decir que es un hecho que ha producido un resultado, no un fracaso.
Se puede fallar un gol a puerta vacía, pero por muy llamativo que haya sido ese fallo nunca se debe de analizar en términos de fracaso, porque eso siempre va a condicionar las acciones posteriores que se vayan a realizar. Siempre hay que volver a intentarlo de nuevo y olvidarse del error anterior.
Volviendo a Wayne W. Dyer, dice que el fracaso es solamente una valoración y una cuestión de opinión, por lo tanto, y en concreto en el fútbol, y esto vale para jugadores y entrenadores, no nos dejemos llevar por las valoraciones que realicen los demás. Que nadie nos haga creer que hemos fracasado en algo cuando un fallo simplemente es el resultado de una acción que hemos realizado y que siempre tendremos la oportunidad de volver a ejecutar correctamente, otra cosa es la importancia que queramos darle.
En muchas ocasiones no son los demás y es uno mismo el que se predispone a lo que creemos que es un fracaso, por eso hay que evitar en todo momento esos pensamientos negativos que nos encaminan directamente a que las cosas salgan mal porque producen ansiedad y depresión y eso nos condiciona enormemente.
Es el ego en estos casos un mal aliado porque nos atemoriza la idea de que digan de uno que es un fracasado y esa vergüenza puede con nosotros porque nos provoca angustia solo de pensar que uno no va a estar a la altura de las circunstancias y esto en el terreno deportivo se da continuamente.
Si tomamos como referencia a los futbolistas, existen determinados pensamientos que llamaríamos irracionales que les acompañan antes de un partido y que se deberían de reemplazar por otros más positivos para evitar esa sensación de fracaso.
Antes del partido:
Ejemplo “A”: “Un futbolista quiere realizar un gran partido para que el entrenador quede satisfecho con su rendimiento, de lo contrario piensa que si su juego no ha sido lo suficientemente bueno, no va a volver a jugar de titular el próximo partido”.
Pensamiento positivo: “El futbolista piensa en jugar el partido lo mejor posible y si le salen las cosas mal siempre volverá a tener otra oportunidad de volver a jugar de titular y seguro que las cosas le saldrán mejor”.
Después del partido:
Ejemplo “B”. “El futbolista piensa que debería de haber entrenado mejor antes de jugar el partido, cree que ha hecho el ridículo, se lamenta de haberse esforzado poco en los entrenamientos y se siente culpable de la derrota de su equipo”.
Pensamiento positivo: “Voy a trabajar más y mejor en los entrenamientos para estar a tope en el próximo partido, sé que lo puedo hacer mucho mejor y tanto las victorias como las derrotas son un trabajo de todo el equipo”.
Para terminar, me gustaría decir que es muy importante cuando se producen malos resultados o se cometen errores, que se juzguen siempre los hechos con frialdad y que se procuren eliminar términos absolutistas y drásticos que se suelen dar en el deporte como expresiones de “este es un partido a vida ó muerte” o “nunca volveremos a tener otra oportunidad”, eso solamente sirve para añadir una dosis de presión “extra” que no beneficia en nada.
El fracaso.
¿Mito o realidad?
¿Existe el fracaso o es tan solo el resultado de una determinada acción?
La semana emocional del entrenador.
Si hacemos referencia a las cinco emociones básicas (felicidad, ira, ansiedad, tristeza y asco), establecidas por Oatley y Johnson-Laird (1.987), y enlazándolas con el trabajo semanal del entrenador de fútbol, no resulta, para nada extraño, que dichas emociones se manifiesten en la persona del técnico, a lo largo de los siete días que abarca el período previo al partido de competición, comenzando por el lunes, cuando se inicia la primera sesión preparatoria y finalizando el domingo (aunque actualmente, cualquier día de la semana se puede considerar como habitual para jugar partidos, ya que en este tema, son las televisiones las que mandan). Podemos comenzar esta exposición, y desarrollarla a modo de ejemplo, relatando las siguientes situaciones que se desarrollan a continuación, las cuales, están relacionadas con las diferentes emociones que se indicaban anteriormente.
Pizarra Entrenador de fútbol.Carpeta Táctica
Día 1-lunes: Felicidad.
La semana comienza bien, se ha ganado el último partido de liga, y obviamente, el estado de ánimo del entrenador es óptimo. La importante victoria conseguida, le hace sentirse feliz y enormemente satisfecho del trabajo realizado por su equipo. El técnico, no obstante, experimenta una euforia contenida, ya que, de sobra sabe, que el próximo partido ya está casi a la vuelta de la esquina, y que los entrenadores (en especial los de fútbol) son muy conscientes de que solo les sirve lo que vale su presente, por lo tanto, ayer (la victoria conseguida) ya pasó. Ahora, es decir, el presente, el único objetivo que se tiene pasa por continuar con el plan previsto, haciendo en cada momento, las modificaciones necesarias (también cuando se gana, hay que efectuar correcciones, e incluso, hay que estar más atentos a enmendar los fallos, ya que en ocasiones, el efecto cegador del triunfo tapa algunos errores), para lograr que el equipo alcance el máximo rendimiento posible.
Día 2-miércoles: Ira.
Las condiciones climáticas se presentan desfavorables, y el fútbol es de los deportes, que al jugarse al aire libre está más condicionado por los caprichos del tiempo. Es la gran desventaja que tiene (sobre todo a nivel de entrenamientos) con relación a otros deportes (Voleibol. Baloncesto. Balonmano, etc.), que se practican por lo general en cancha cubierta.
Una fuerte nevada ha hecho que el césped se encuentre totalmente impracticable, y toda la programación semanal prevista por el entrenador, se ha ido a hacer puñetas. Así que, no hay que exprimirse en exceso la imaginación, para formarse una idea del estado emocional del técnico. El hombre, con toda la razón, se encuentra cabreado (el nivel de cabreo, ya es otra cosa, y va en función de la personalidad del Míster y de las circunstancias que lo rodean), ya que los acontecimientos presentes, le impiden preparar adecuadamente el próximo partido. Sigue nevando y entre otras cosas tampoco el jueves puede disputar el habitual partidillo contra el equipo filial, en el que tenía previsto perfilar la alineación titular para el próximo domingo. El entrenamiento se suspende, y para no perder del todo el día, el equipo trabaja en el gimnasio con el preparador físico, pero nada tiene que ver el trabajo realizado con el que se pretendía llevar a cabo, por lo tanto, a efectos de preparación específica para el partido no cuenta.
La expresión más ajustada a la realidad, y que se suele realizar en estos casos, viene recogida en muchas ocasiones por la frase: Éramos pocos y parió la abuela (aunque la experiencia nos dice, que hasta el mismo día del partido, las cosas pueden empeorar, por eso no hay que quejarse en exceso, no vaya a ser que la abuela tenga gemelos o incluso trillizos).
Si se utiliza un poco (o un mucho, según las necesidades del momento) el sentido del humor, este, puede actuar como un bálsamo que suavice determinadas situaciones de enfado que desembocan muchas veces en verdaderos estados de Ira.
Día 3-viernes: Tristeza.
El técnico recibe la desagradable noticia por parte de los Servicios Médicos del Club, sobre la nueva recaída de uno de los jugadores de su plantilla, que al encontrarse lesionado, estaba en pleno proceso de recuperación. Esto le va a obligar a continuar varias semanas más de lo previsto en el dique seco.
El entrenador está triste, se encuentra apenado, sobre todo por el propio futbolista, teniendo en cuenta el enorme esfuerzo que el chico había realizado hasta la fecha para volver a los terrenos de juego lo antes posible.
Día 4-sábado: Asco.
Rueda de Prensa.
Cámaras, micrófonos, luces ….
Las mismas preguntas absurdas de siempre.
La rutina de tener que contestar continuamente lo mismo.
¿Por qué juega Zutano, y por qué no lo hace Fulano?
¿Por qué hace un planteamiento tan defensivo?
¿Por qué su equipo juega tan al ataque?
La falta de imparcialidad, las puyas, y el entrenador siempre en el centro de la diana.
Y preguntas, y más preguntas, bla, bla, bla ...
Al final, el entrenador asqueado, muchas veces con razón, y alguna ocasión sin ella, ya que no siempre es inocente de las acusaciones que le hacen, y no siempre los que preguntan son los malos de la película, pero sí, la mayoría de las veces, porque la falta de objetividad con que la prensa juzga a los entrenadores de fútbol (tampoco los de otras disciplinas deportivas se salvan), se manifiesta claramente partido tras partido de cualquier competición que se dispute. Los técnicos, ya no se libran de los afilados cuchillos del comunicador de turno, ni en los partidos amistosos. Por eso no es de extrañar, que la falta de rigurosidad con la que unos profesionales (no todos los son, ya que las Titulaciones académicas están para algo y no se puede ser periodista haciendo un curso a distancia, de momento) juzgan a unos auténticos profesionales (unos mejores que otros, pero todos tuvieron que pasar por la Escuela de Entrenadores para conseguir su Título sin excepción, aunque unos lo siguen teniendo más fácil que otros, pero ese otro tema que dejamos para mejor ocasión), produce en la persona que ejerce el cargo de entrenador, un nivel tan alto de hastío, que este, desemboca en un estado de verdadero Asco ante determinadas situaciones que ha de vivir.
Día 5-domingo: Ansiedad.
La noche antes del partido, el entrenador preocupado y la cabeza dando mil vueltas.
Unos días, todo está más claro, pero hay otros, que las dudas aparecen continuamente: alineación, sistema, marcajes, estrategias, charla….
Insomnio, vueltas en la cama, y más vueltas hasta que el sueño por fin vence al sufrido técnico, si es que lo hace, otras veces, la noche se pasa en blanco, con la cabeza transformada en un enorme recipiente de ensalada mixta compuesta por desmarques, cambios de orientación, repliegues, transiciones, pressing, pivotes, puntas, defensas, coberturas, fueras de juego ……
Y más nerviosismo, intranquilidad, y al final , todo se traduce en un estado de Ansiedad que devora al técnico hasta la hora que comienza el partido y por fin se sienta en el banquillo, y ahí, la ansiedad desaparece, ahora comienza el sufrimiento……..
Al final, si al día siguiente, la semana comienza como la anterior, es decir, con esa emoción llamada Felicidad, esto quiere decir que el equipo ha ganado de nuevo, así que vuelta a empezar y con la sonrisa en la boca, a partir de ahí….Cuarenta millones de entrenadores.
El fútbol es el deporte con más seguidores a nivel mundial, y muchos de ellos, piensan equivocadamente que saben más que los propios entrenadores.
Lógicamente, todas las opiniones son respetables y cada cual dice lo que piensa o lo que le viene en gana, y en temas futbolísticos los gustos son como los colores. Otra cosa es que quien opine tenga razón en lo que dice o que sus comentarios sean más o menos acertados.
En cuanto a los entrenadores, que siempre son el blanco preferido para los dardos lanzados por prensa y afición, es curioso comprobar como hay mucha gente en ambos lados que están convencidos de que saben más de fútbol que los propios entrenadores, y no nos estamos refiriendo a técnicos cualquiera, sino a los que están en la élite, a los de máximo nivel, esos que ya acumulan en sus historiales títulos de todo tipo, pues bien, ni esos se salvan de la crítica continua que muchas veces como se puede comprobar, es totalmente injusta, falta de argumentos, parcial e interesada.
Otra cosa es que los entrenadores se equivoquen, que lo hacen, son seres humanos y cometen errores exactamente igual que lo hace un periodista, un abogado, un político, un médico o un fontanero. Los buenos entrenadores se equivocan poco y algo más los que no lo son tanto.
Hasta aquí, todo normal, pero lo que nunca se comprueba son los errores que algunos de los presuntos y más significados entendidos cometen, y que en algunos casos son tan garrafales, que sacarían los colores a cualquiera que tuviera un mínimo sentido del ridículo, aunque podemos comprobar una y otra vez, que los hay que insisten repitiendo sin descanso en sus equivocaciones, a pesar de que después de pasado el tiempo, quedan totalmente con el culo al aire, como se suele decir en estos casos. Y todo esto se puede comprobar muy fácilmente, tan solo consultando las hemerotecas y los archivos televisivos, entre otras fuentes de información.
El fútbol es un deporte tan conocido en todo el mundo, que todos emiten sus juicios de valor, todos saben, todos dicen, pero respetando la libertad de opinar que todas las personas tienen, es cierto, que no todos tienen el mismo nivel de conocimientos, y lo verdaderamente grave no es esto, lo que perjudica mucho a este deporte en concreto, son aquellos que siempre ven el lado negativo de las cosas, los que de forma quieren hacer prevalecer su criterio por encima de todo, los que juzgan de forma radical y permanente con una total falta de imparcialidad, y en el caso del entrenador de fútbol, los que opinan en función de cómo les caiga personalmente el técnico de turno, cuando lo que hay que valorar es su trabajo, su capacidad, sus conocimientos y sobre todo su experiencia, por encima de otras cuestiones e intereses, que muchas veces el gran público desconoce por completo.
Los que presumen de saber tanto de fútbol, que se permiten dar lecciones a los entrenadores (es igual que hayan ganado la Champions, la Eurocopa o el Mundial), y que continuamente están indicándoles a los profesionales del banquillo, la que alineación tienen que poner, el sistema de juego utilizar, los cambios que han de realizar durante el partido…, y todo lo que se les ocurra (el caso es poner pegas y criticar, sin preocuparse mucho de la objetividad de sus planteamientos), deberían de ser más críticos, pero con ellos mismos, y ver si en la actividad profesional que realizan, son realmente tan eficaces como sería de esperar, dado su alto nivel de exigencia para con los demás.
Y como siempre ocurre igual y al final cuando el tiempo dicta sentencia, nadie da la cara y reconoce sus equivocaciones (o son muy pocos los que lo hacen), muchas veces nos preguntamos (haciendo un poco de memoria) por ejemplo, ¿dónde se escondieron los que cantaban hace años aquello de ¡Benítez vete ya!, cuando hacía muy poco que el Valencia había ganado la liga (se fue del club levantino para ganar la Champions League con el Liverpool), y ¿dónde se escondieron muchos de aquellos impresentables además de maleducados, que antes de la Eurocopa del 2008 criticaban despiadadamente al fallecido y grandísimo Luis Aragonés y decían que ya estaba caduco?
TIPP-KICK Junior Cup Set.
La Ley del Embudo.
La ley del embudo en el fútbol demuestra la frecuencia con la que los medios de comunicación ejercen de forma imparcial su labor a la hora de juzgar el trabajo de los entrenadores, demostrando la más absoluta arbitrariedad.
Me estoy refiriendo en concreto a que por desgracia en el fútbol, el entrenador es siempre el que suele cargar con toda la culpa cuando un equipo va mal y, por tanto, es el primero que se va a la calle cuando esto sucede. Ahí, si es el culpable, por lo que se ve el único, aunque los directivos, para justificarse, suelen utilizar eso tan conocido y tan zafio, de que se echa al entrenador, porque es más fácil tomar esa decisión, que despedir a toda la plantilla. Sin embargo, cuando un equipo va bien y se nota claramente la mano del técnico como director de ese equipo, tanto en el aspecto deportivo como de conductor del grupo a nivel humano, esos mismos periodistas que cuando aparecen los resultados negativos persiguen con saña al técnico y lo acusan de todos los males, no quieren reconocer cuando el trabajo del entrenador es realmente positivo, el mérito que este tiene y se escudan en que son los jugadores solamente los que merecen el reconocimiento por los triunfos conseguidos.
¿En qué quedamos? Si un entrenador no interviene en los aciertos porque la clave está en tener buenos jugadores y a ellos se les debe todo lo bueno que ocurra sobre un terreno de juego, cuando esos mismos jugadores lo hacen rematadamente mal. ¿Por qué ahora sí es culpa del entrenador?
Es la “Ley del Embudo” que algunos utilizan en función de lo que les interesa en cada momento y por lo que se ve, ese embudo se lo colocan en la cabeza de tal forma que les tapa los ojos y realmente no ven la realidad de las cosas o no quieren verla, que para el caso da igual.
Hay exfutbolistas con un gran historial lleno de éxitos, tanto a nivel colectivo como individual, y un determinado número de ellos cuando se retiran quieren continuar su carrera deportiva como entrenadores, hasta aquí todo correcto. Lo que no me parece ya tan lógico es que esos antiguos futbolistas, por muy buenos que hayan sido, por muchos títulos que hayan ganado o por muchos partidos internacionales que hayan jugado, quieran convertirse de la noche a la mañana en entrenadores de élite.
Ser entrenador es otra cosa muy distinta a ser jugador y solo con la experiencia de haber sido futbolista no vale. Hay que estudiar, hay que prepararse, hay que saber manejar todos los hilos de una profesión muy difícil en la que el entrenador como director de un grupo de personas ha de saber desenvolverse en situaciones muy comprometidas, tanto a nivel humano como deportivo.
No basta con saber de fútbol, el aprendizaje y el perfeccionamiento son muy amplios y abarcan muchas materias en las que el técnico tiene que demostrar una serie de capacidades imprescindibles para el ejercicio de su profesión, y eso no quiere decir que el nivel de preparación asegure el éxito ni mucho menos, ya sabemos que la pelota es caprichosa, pero indudablemente el entrenador preparado y que disponga de un amplio arsenal de conocimientos, siempre tendrá más probabilidades de triunfar.
© Paco Arias
El camino del entrenador.
El fútbol es así.
Con el hilo kilométrico de esta incapacidad manifiesta de la que muchos hacen gala podríamos dejar que la cometa del despilfarro y la incoherencia llegara al cielo y se pueden poner mil ejemplos de lo que digo y lo malo es que algunos hasta ven normal lo que sucede, ya que de otra forma no se explica que no se tomen medidas, que me atrevería a decir, tendrían que ser a nivel de consejo de ministros.
© Paco Arias
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